18 consejos para construir un lector





Mónica Zak es una escritora sueca que se ha especializado en libros infantiles y juveniles. Hace unos años estuvo en la feria del libro de Chile y ofreció esta charla que tiene gran actualidad ahora que una prueba de escritura, aplicada a los niños de 4to básico, ha mostrado nuevamente el desastre que existe en Chile en cuanto a la capacidad de entender y expresar.

El texto de Zak refrenda lo obvio y que es justamente lo que en Chile se olvida: leer es central para que un niño abra su cabeza. Aquí Zak da algunos consejos -para padres y profesores– para lograr que los niños lean. Cuenta, además, un caso notable, ocurrido en Suecia, donde dos profesoras hicieron que 24 niños inmigrantes (quienes tenían 12 lenguas maternas distintas) leyeran sueco en 6 meses... ¡y que disfrutaran leyendo! Simplemente hicieron que los niños leyeran solo cuentos, muchos cuentos. Al cabo de tres años esos niños obtuvieron los primeros lugares en sueco y matemáticas.

Modelos como ese muestran que solo la desidia permite que haya tantos niños que no leen. Desidia de las autoridades y de las familias, porque en la lectura las familias motivadas pueden reemplazar a una mala escuela.


Por Mónica Zak



1. Los padres leen en voz alta a sus hijos. Cada día


Soy una adicta incurable a la lectura. Empecé a leer en primer grado. Desde entonces he vivido miles de vidas, viajado a todos los rincones imaginables del mundo, hasta las galaxias más lejanas y los reinos de los muertos. He amado, sufrido, reído, llorado a mares. Con miles de libros leídos tengo una fantasía tan viva que nunca estoy aburrida.

Todo empezó con mis padres. Vengo de Suecia, de una familia de la clase obrera. Mi padre era inmigrante, trabajaba en una fábrica y hablaba sueco con fuerte acento. Mi madre era sueca, una mujer inteligente, muy instruida pero con poca educación formal, trabajaba como costurera en nuestra casa.

Cada noche mi madre y a veces mi padre se sentaban en una silla al lado de mi cama a leer en voz alta. Cuando era muy pequeña mi madre me leía poesía para hacerme dormir. Cuando fui un poco más grande mis padres leían libros y con estos libros empezaron mis aventuras en el mundo literario.

Primero leían los pocos libros que teníamos en la casa, luego íbamos cada semana en bicicleta a la biblioteca municipal de Orebro y regresábamos con los canastos de las bicicletas llenos de libros prestados.

Cuando empecé el primer grado había escuchado muchos libros clásicos escritos por Selma Lagerlöf, Mark Twain, Stevenson, Julio Verne y Oscar Wilde. En la escuela descubrí que los otros alumnos no sabían nada de mis héroes de los libros clásicos. Durante los recreos contaba las historias leídas por mis padres y gracias a la literatura gané amigos, prestigio y fama de cuentista.

¡Cómo amaba las noches cuando mi madre me leía! El problema era que tenía que trabajar. Siempre terminaba de leer demasiado rápido diciendo: tengo que ir a coser. Pocos minutos después sonaba la música de su máquina de coser y yo empezaba a volar, con mi cama volaba a los lugares de los libros haciéndome amiga con todos los personajes de los libros escuchados.

El día más memorable de mi infancia fue un día cuando estaba sentada en la cocina con un libro “El mundo maravilloso de los cuentos” y logré leer un cuento escrito por H. C. Andersen. Recuerdo mi alegría y orgullo. Contaba las páginas varias veces, 16 páginas. Yo había leído 16 páginas en un libro y comprendí que ahora podría leer todos los libros que quería y sin ayuda de un padre o de una madre al lado de mi cama. Mi vida de lector feliz había empezado.


2. Los maestros leen en voz alta


Sabemos que muchos niños no tienen padres que leen. En mi país hay niños que los padres dejan dormirse al frente del televisor, sin lectura, sin besos, sin abrazos, sin conversaciones íntimas en la cama. Para estos niños los maestros de la escuela juegan un papel importantísimo.

En muchas escuelas suecas los profesores leen en voz alta cada día, y algunos lo hacen hasta para alumnos de noveno grado. Me acuerdo de una visita a una escuela rural donde el maestro empezaba cada día con un libro. Leía en voz alta y siempre con una vela encendida en la cátedra. Me dijo que como sus alumnos vivían una vida un poco aislada en el campo por eso escogía siempre novelas sobre niños de otros países. Fui a dirigir un taller de escritura. Cada uno de los alumnos escribió un cuento corto excelente sobre niños de otros países, de otras culturas adonde ellos habían viajado en los libros leídos por su profesor.

Los profesores en Suecia que tienen el hábito de leer un libro en voz alta dicen que gracias a su costumbre de leer ellos abren el camino para los alumnos que quieren leer por sí mismos.

Para un país donde no hay acceso a muchos libros en las escuelas es una idea genial, pero es fundamental que la profesora o el profesor escojan un libro que les apasione, después leen el libro en voz alta y zap, de pronto, los alumnos quieren escuchar y leer más libros.

Sobre esto somos expertas. Bisse Falk, Johanna Thydell, Margareta Serlander y yo hemos escrito libros que los maestros usan mucho para leer en voz alta en las escuelas de Suecia.


3. El acceso al libro


Lo más fundamental es que haya acceso a muchos libros, que se puedan sacar prestados para leer. Es muy importante que haya libros infantiles en las bibliotecas y en las escuelas. En Suecia, el 47% de los libros prestados en las bibliotecas son libros infantiles o juveniles.


4. Un osito milagroso


Hay un osito que ha hecho muchos milagros. Todo empezó en Markaryd, un municipio al sur de Suecia en 1986. Tenían muchos libros en las bibliotecas, pero poco lectores. Los bibliotecarios decidieron tratar de hacer lectores de todos los niños empezando con los más chiquitos. Una bibliotecaria se fue a visitar a cada niño de 2 años llevando un osito peluche, Boknallen, una maleta llena de libros infantiles y un carnet para poder sacar libros prestados en la biblioteca. La bibliotecaria y su osito jugaban con el niño y al mismo tiempo hablaban con los padres sobre la importancia de leer, mostrando los libros que llevaban y siempre regalaban un libro sobre un osito al niño. Los padres podían tomar prestados los libros que la bibliotecaria llevaba en su maleta y devolverlos a la biblioteca cuando querían.

La bibliotecaria y su osito visitaban a todos los niños otra vez cuando tenían 4-5 años y seguían tratando de estimular a todos, niños, padres y los profesores de las escuelas, y hoy hay muchos lectores en las bibliotecas del municipio.

Cada año durante un mes visito las escuelas para hablar con mis lectores. Siempre pregunto si hay alumnos que no leen libros en sus tiempos libres. Siempre hay algunos, especialmente en el séptimo, octavo y noveno grado. Hace algunos años me fui a Markaryd, el municipio del osito, durante una semana visité a todos las clases de séptimo a noveno grado. No encontré ninguno que no leyera libros en su tiempo libre. Incluso había una alumna que había leído mi novela juvenil “La hija del puma” y en su tiempo libre había escrito “La hija del puma 2”.


5. El zorro astuto o lo que pasa si los alumnos tienen un mar de libros en el salón.


En Suecia, el 12 % de los habitantes son inmigrantes. En el suburbio de Rinkeby, con 16 mil habitantes, solo el 2% de los alumnos habla sueco como lengua materna. Por eso en cada sala de clases hay dos profesores.

Hace algunos años las profesoras Birgitta Alleklev y Lisbeth Lindvall sabían que empezarían el primer grado con 24 alumnos que tenían 12 lenguas maternas diferentes, entre ellas español, árabe y tigriña, que se habla en Eritrea y Etiopía. Ninguno de los alumnos tenía sueco como lengua materna, además algunos eran recién llegados a nuestro país.

¿Cómo se debían preparar para un viaje tan difícil? Las dos profesoras decidieron no comprar libros de enseñanza, con excepción de matemáticas. En cambio usaron el dinero para comprar libros infantiles. Pero querían crear un mar de libros adentro del salón. Por esto se fueron a la biblioteca municipal y regresaron a la escuela con bolsas llenas de libros. El día en que los alumnos llegaron a la escuela por primera vez encontraron un salón lleno de libros ilustrados.

Usaron los libros para buscar letras, para hablar del contenido, para contar, para dibujar, para hacer teatro y para aprender a leer. La escuela empezó al final de agosto. Cuando llegó la navidad los 24 alumnos sabían leer y llevaron sus libros preferidos a casa a leer a sus padres en voz alta.

Ahora las dos profesoras estaban convencidas que habían encontrado un método revolucionario y lo llamaron El Zorro Astuto y pidieron dinero extra del Consejo Estatal de Cultura (Statens Kulturråd) para comprar más libros.

Las profesoras cuentan que todos los alumnos muy pronto estuvieron convencidos de que el arte de leer era algo importante, algo que daba alegría y algo que querían seguir ¿Por qué? Porque, contestan las maestras, usamos la literatura infantil en vez de libros de enseñanza.

Durante el primer año estos niños leían entre 60 y 80 libros cada uno.

Una vez cada mes iban a la Biblioteca Municipal para pedir más libros. Cada vez un bibliotecario presentaba 4 ó 5 libros nuevos y contaba del libro o del autor.

En el segundo año escolar tenían mucho más libros en el aula, durante el segundo año los alumnos leían entre 250-300 libros, ahora muchos con capítulos y pocas ilustraciones.

Con el dinero del Consejo Estatal de Cultura también tenían recursos para invitar a escritores a la escuela y trabajar con sus libros, también visitaron museos y teatros. El tercer año la escritora seleccionada era Astrid Lindgren.

El resumen después tres años trabajando a través de libros infantiles era:

- El interés de leer era muy grande.

- Todos sabían leer bien y rápido.

- Tenían gran vocabulario.

- Sabían expresarse hablando y escribiendo.

- Tenían una gran autoestima.

- Eran muy creativos.

Después de tres años cada alumno había leído más o menos 400 libros.

Durante tercer grado hicieron dos pruebas en las escuelas de Estocolmo, los zorros astutos obtuvieron el primer lugar en sueco y matemáticas entre todas las escuelas de la ciudad.

Ahora estos alumnos están en el primer año del liceo. Hace poco hubo una competencia en matemáticas entre los alumnos de ese nivel. Entre los diez mejores de toda Suecia encontramos a tres alumnos del proyecto el Zorro Astuto.


6. Encontrar libros fáciles de leer


No todos los alumnos en Suecia son Zorros Astutos. Hay muchos alumnos en Suecia, y estoy segura también en Chile, que no les gustan leer porque tienen problemas para hacerlo por falta de práctica. Para ellos es importante encontrar libros fáciles de leer pero con un contenido que no sea demasiado infantil. Ahora en Suecia hay colecciones especiales para jóvenes con libros cortos, ilustrados, fáciles de leer y llenos de suspenso.

He publicado 6 libros en esa colección. Es súper difícil escribir una novela buena y muy corta pero especialmente mis 5 libros cortos con temas de América Latina han encontrado muchos lectores poco habituados a la lectura. Son novelas que transcurren en Nicaragua, en El Salvador y en Guatemala. Para mí la sensación de victoria y de alegría más grande es cuando recibo una carta y es un joven quien escribe: “Normalmente no leo pero he leído tu libro. Fue bueno. Voy a leer más”.


7. Crear un entusiasmo contagioso


En 1997 una profesora y una bibliotecaria en Nyköping, una pequeña ciudad de Suecia, vieron en su trabajo que los alumnos no sabían leer como antes, ni entender lo que leían. Las dos estaban convencidas de que se debía al hecho de que la literatura infantil y juvenil jugaba un papel menos importante en sus vidas. Se decidieron a poner en marcha una campaña: “Con corazón para el libro”. Su idea principal era entusiasmar a los profesores de 3°, 5° y 7° grado. Organizaron días para los profesores dirigidos por las dos entusiastas, escritores invitados y bibliotecarios. Yo estuve allí varias veces para dar charlas sobre algunos de mis libros y entusiasmar a los profesores. Funcionó. Los profesores entusiasmados lograron contagiar a sus alumnos. Los alumnos empezaron a leer y a leer mucho. Como resultado los profesores querían más libros para satisfacer a los alumnos entusiasmados. Primero recibieron apoyo del Consejo Cultural del Estado para comprar libros, cuando se acabó el dinero visitaron al director del banco local. El director enseguida prometió que el banco donaría parte de su ganancia al proyecto. Así fue. Con el dinero del banco compraron muchos más libros, muchas veces el mismo libro en muchos ejemplares. Por ejemplo mi libro Alex Dogboy. Con 30 ejemplares de Alex Dogboy todos los alumnos de una clase podían leer el libro al mismo tiempo.

El resultado del proyecto fue un éxito. Los alumnos leían mucho y tuvieron mejores resultados en todas las materias.

Luego ampliaron el proyecto a todo el departamento de Sörmland. Lo llamaron “Todo el departamento lee”. Hoy hay 600 profesores entusiasmados, fomentando lectura durante sus lecciones. En el departamento ahora hay buenas bibliotecas que proveen a todas las escuelas y en cada escuela hay una buena biblioteca escolar con una bibliotecaria profesional. El banco mantiene su compromiso. Hasta ahora el banco, Sörmlands Sparbank, ha donado 1 millón de coronas suecas, 55 millones de pesos, para la compra de literatura infantil y juvenil para las escuelas.


8. El gozo


El consejo más importante para crear lectores es ayudarles a encontrar gozo en la lectura. El gozo se mata fácilmente si leer libros es por deber o por obligación. Hoy existen estudios interesantes de cómo funciona el cerebro. Un libro que una persona escoge para leer por su propia cuenta se recuerda, un libro escogido por el maestro se lee, pero con menos entusiasmo y se olvida más rápido.


9. Los amigos


¿Cómo se escoge un libro para leer? Los niños no leen las reseñas ni las entrevistas con los escritores. Estudios suecos dicen que niños y jóvenes escuchan primero sugerencias de un amigo. Segundo de los maestros. Tercero sugerencias de sus padres.


10. Mi libro preferido


En muchas escuelas en Suecia los alumnos escogen un libro y leen durante la lección. En algunas escuelas los alumnos leen libros una hora cada mañana, otras solo una hora por semana. Cuando un alumno ha terminado su libro cuenta una parte o todo el libro a los otros de la clase. Algunos visitan otras aulas para contar de un libro preferido. A veces cuentan solo una pequeña parte para captar el interés de los otros. En una escuela que visité una niña de 10 años era la experta, leía mucho y cuando ella presentaba un libro lo hacía siempre tan bien que todos los otros querían leer el mismo libro.


11. Visita de escritores


En Suecia desde hace más de 30 años los escritores e ilustradores visitamos escuelas para hablar de nuestros libros. Nos pagan por hacerlo. Normalmente los alumnos leen muchos de los libros del visitante antes de la visita, si no lo han hecho seguro que lo harán después.


12. Hacer ilustraciones


Un buen consejo para el profesor que lee en voz alta es que los alumnos hagan ilustraciones mientras escuchan. Tengo cajas grandes llenas de ilustraciones hechas por mis lectores. Un 5° grado en Hultsfred me ha mandado ilustraciones de gran calidad del libro Alex Dogboy. De estos dibujos haremos una exposición en Guatemala en noviembre, luego en la Biblioteca Nacional de Tegucigalpa, en Honduras.


13. Escribir más


Muchos profesores usan la literatura infantil o juvenil como base para escribir. Muchos que han leído mi libro Alex Dogboy, La hija del puma u otros de mis libros han escogido una persona o un acontecimiento para elaborar la historia y escribir más. He recibido cuentos cortos interesantísimos y algunos alumnos han escrito una segunda parte de un libro leído. Pero lo más común es leer un libro y escribir una carta al autor con preguntas.

14. Hacer teatro


15. Escribir una canción o rap


16. Mini-bibliotecarios


Desgraciadamente no todas las escuelas de Suecia tienen una biblioteca escolar. Donde hay biblioteca muchas veces la persona encargada tiene alumnos como ayudantes. Los mini-bibliotecarios ayudan durante los recreos y son los primeros que pueden leer los libros nuevos. Muchas veces todos los alumnos de la escuela votan para escoger a los mini-bibliotecarios del año. Ser mini-bibliotecario en Suecia es un privilegio envidiable, no como en El Salvador, donde una visita a una biblioteca muchas veces es castigo. He escuchado a un maestro gritar: ¡Si no te portas bien te mando a la biblioteca!


17. Escribir poemas


Un libro puede inspirar a escribir poemas. Los alumnos de 8° grado en Tallbohov, una escuela en un suburbio de Estocolmo, se inspiraron tanto con mi libro Alex Dogboy, la historia de un niño que vive en las calles de Honduras con sus perros, que escribieron poemas. La profesora juntó algunos poemas en un libro “Poemas sobre Alex Doboy”:

El otro mundo

donde todo está bien

nadie está sufriendo

no hay enfermedades

todos tienen un hogar

todos están sonriendo

nadie está llorando

El otro mundo


Kim, 8° b.


¡No es verdad!

Si uno es niño de la calle

se puede dejar la calle

Si uno realmente atiende a alguien

que se preocupa

y si uno lo quiere


Ahmed, 8° b.


Todos tienen miedo de algo

tú tienes miedo de insectos

ella tiene miedo del mar

todos tienen miedo de la muerte

yo tengo miedo de la vida



María, 8° b.


18. Un festival del libro, el día más alegre del año


Una escuela en el campo siempre termina el año escolar con un Gran Festival del Libro. Ese día no hay clases, solo alumnos que cuentan cuentos, cantan, hacen teatro y muestran sus estatuas y exposiciones. Ese día todos los alumnos y profesores vienen disfrazados de personajes de los libros leídos durante el año. Los alumnos me aseguraron que su festival del libro era el día más alegre del año.

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